Erasmus [Parte 2. Lascivia incontrolada]




Segunda parte – Lascivia incontrolada

ADRIÁN

El mensaje de Nadia me dejó helado. No es que yo fuera un inexperto en el sexo, ni un mojigato, pero nunca me habían hablado tan directamente. Nunca me habían propuesto correrme en la boca de nadie. Joder, ¡cómo me excitaba!

Pero tenía dudas. Celos. ¿Qué estábamos haciendo? Nadia tenía novio. Mi cabeza me decía que lo correcto era parar. Mi corazón y mi polla, mi lado primitivo, gritaban que me olvidara de todo y me dejara llevar.

Así lo hice.

NADIA

La situación se descontroló. No lo voy a negar: me gusta el sexo. Y mucho. Y me gustaba Adrián, muchísimo. Me estaba enamorando perdidamente de él.

Sentía estar viviendo dos realidades completamente distintas. Dos vidas independientes. En Moldavia tenía a Andréi, en España a Adrián. Cada uno de ellos despertaba en mí aspectos totalmente distintos. La estabilidad que tenía con Andréi chocaba contra el fervor y la pasión que me impulsaba a los brazos de Adrián. La sensualidad, el cariño con que me trataba Adrián chocaba contra los celos, el control extremo y los gritos que despertaban en mi novio en demasiadas ocasiones. Aún me estremece la bofetada que me propinó estando borracho, meses atrás, cuando creía que le estaba engañando. Al día siguiente me pidió perdón de mil formas. Le perdoné. Aquella vez se equivocaba, ahora no.

Mi cabeza y mi corazón, mis impulsos, seguían rumbos distintos. ¿Pude haberlo hecho mejor?, seguro que sí. Pero en ese momento decidí entregarme a mis instintos.

Esa noche, al llegar, me dirigí directamente al cuarto de Adrián. Sin decir una palabra le besé. Nos dejamos llevar por la pasión y rápidamente le bajé los pantalones. Iba a cumplir lo prometido, tenía ganas de que explotase, de sentirle en mi boca.


ADRIÁN

Nadia llegó y no mediamos palabra. Nos besamos y rápidamente me bajó los pantalones. Era cierto lo que me había escrito, ¡quería chupármela y que terminase en su boca!

Se ató el pelo con una coleta improvisada y dejó caer un chorro de saliva de sus labios directamente al orificio de mi glande, ayudándose acto seguido con sus dedos para esparcirlo por toda la punta de mi polla.

Con su mano derecha comenzó a lubricar toda la zona mientras me masturbaba. Su mano izquierda se posaba en mi cadera, incrustándose en mi piel.

Acercó su lengua para lamer con la punta la parte baja de mi glande. Lo besó y se lo metió hasta el frenillo, mirándome fijamente a los ojos.

Yo no podía quitar mis ojos de la escena.

Se sacó la polla de la boca y con su mano bajó el prepucio para volver a introducírsela, esta vez hasta el fondo. Veía cómo sacaba su lengua por abajo, lamiendo mientras ascendía y descendía a lo largo de mi polla.

Apretó fuerte sus labios, presionando mi polla, aumentando mi éxtasis, para aumentar el ritmo de la felación.

Con mi cabeza inclinada veía la escena, digna de una película porno. Me la estaba chupando a una velocidad vertiginosa. Sus manos agarraban mi cadera mientras continuaba su ejercicio mamatorio.

- Joder, Nadia…. Joder….

Ella respondía a mis gemidos sonriendo y aumentando más y más el ritmo.

Aunque ya sabía que ella lo quería, la avisé.

- Me voy a correr.

Cuando ella lo oyó, presionó más fuerte sus manos en mi piel y noté que apretaba los labios.

No me contuve.

Dejé que mi semen se derramase.

Notaba las contracciones de mi polla eyaculando en su boca.

Veía las pulsaciones rítmicas, mi polla tensándose y relajándose varias veces. Con sus labios bordeando la base.

Cuando terminé de expulsar todo mi semen, ella se sacó mi miembro muy despacio, apretando los labios mientras ascendía, cerrando la boca…. se lo tragó.

No me lo podía creer. ¡Se acababa de tragar mi semen!

Se acercó a mi lado y me besó.


NADIA

Adrián me excitaba mucho. Aunque no se lo dije a él, tenía la polla más grande que había probado en mi vida: gruesa desde la base a la punta, firme, me excitaban las venas que brotaban de los laterales. Me gustaba mucho el sexo, y más aún el sexo duro y guarro.

Cuando se corrió en mi boca saboreé cada gota salada de su semen. Traté de excitarle lo máximo posible, quería que él se muriese de placer.

Mi vida descontrolada de esos días hizo una pausa cuando, estando con Adrián en su habitación, charlando, Andréi me llamó.

Vi el móvil y miré a Adrián. Noté celos en su mirada.

Llevaba días ignorando a Andréi. Contesté.

Comenzamos a hablar en rumano, yo estaba sentada al borde de la cama mientras Adrián continuaba acostado. Aunque no entendía nada de lo que hablaba le vi molesto, triste por la situación de la que no nos atrevíamos a hablar ninguno de los dos.

Andréi estaba muy enfadado cuando me llamó, hacía días que no hablábamos.

o [Andréi] ¿Qué está pasando, Nadia?

o [Nadia] Estoy confusa con nosotros, Andréi.

o [Andréi] ¿Cómo que confusa? ¿Qué quieres decir?

o [Nadia] (suspiré, nerviosa, mirando a Adrián) Algo ha cambiado en mí.

o [Andréi] ¿Qué cambio? ¿Hay alguien más?

o [Nadia] Necesito encontrarme a mí misma y aclararme… necesito pensar

o [Andréi] ¿Pensar? – Gritaba - ¿En dejarme? Responde… ¿hay alguien?

o [Nadia] Es mejor que nos demos una pausa.

o [Andréi] Eres una puta! Hija de…

Colgué mientras Andréi seguía con sus gritos.

Adrián escuchó toda la conversación. Aunque no entendió nada, por el tono, mi cara, los gritos que se oían a través de la línea… imagino que algo se supuso.

Decidí olvidarme de la conversación. Al menos por el momento, tenía a un hombre maravilloso delante de mí. Me propuse aprovechar al máximo el tiempo con él.



ADRIÁN

Estábamos disfrutando de la noche, de nuevo, en la terraza cuando me lancé.

- Nadia…

- ¿Sí? – me respondió mientras servía dos copas de vino.

- Te quiero

Sin más preámbulos. Se lo espeté de golpe, sin anestesia. Sabía lo complicado que era todo. Ella tenía novio. Se iría en poco más de un mes a su país. Y aún así, quería exprimir el tiempo con ella. Quien sabe si en el futuro…

Ella no respondió. Directamente me besó agarrando con sus manos mi cara. Un beso húmedo, cargado de sentimientos.

- Adrián… - ella me había notado triste, celoso por la situación – mientras esté aquí, tú eres mi hombre y yo soy tu mujer.

- Me gustaría tenerte aquí siempre, Nadia…

- Vamos a disfrutar de lo que nos queda. No pensemos en el mañana.

Íbamos por la segunda botella de vino cuando comenzamos a hablar de sexo.

- ¿Nunca has probado el sexo anal? ¿En serio? – me preguntó sorprendida- pensaba que eras más experimentado.

- Bueno, verás, nunca se me ha dado la ocasión. Si te digo la verdad, nunca había acabado en la boca de nadie tampoco.

- ¿Pero tú que novias has tenido? ¿Monjas?

Me sorprendía lo mucho que le gustaba el sexo. No se cortaba en contarme sus intimidades.

- Voy a tenerte que enseñar muchas cosas, mi hombre… - su mano acariciaba mi pubis mientras me sonreía.

Agarré su cara y la besé con fervor. Quería que sintiese el deseo que tenía de follarla.

Devolviéndome la pasión, comenzó a apretar más mi polla a través del pantalón, que pronto se erigió tiesa, abultando y presionando el tejido para salir.

- Vamos… - me agarró de la mano y nos fuimos a mi cama.


Se desnudó, hice lo mismo. Me quedé pasmado al ver su cuerpo moreno. Sus pequeños pechos tenían unas areolas marrones coronadas por un duro pezón, su cadera era prominente. Entre sus piernas, veía el inicio de su vagina, completamente depilada, a la perfección.

- ¿Qué haces? – me preguntó mientras me colocaba el preservativo.

- Vamos a…

- Sí, ¡vamos a follar!, pero quiero sentir tu piel en mi interior. No soporto los condones.

- Pero… ¿si me corro y te quedas embarazada?

- Vas a cogerme a cuatro patas. Cuando notes que te corres, sales y terminas aquí – señaló con su mano la nalga derecha dando una palmada -, quiero sentir el calor de tu semen encima.

En mitad de la cama se preparó. Inclinada, con los codos contra la almohada y las rodillas apoyadas me pidió que comenzase.

Antes de penetrarla, acaricié la raja de su coño. Húmeda, no necesitaba lubricación. Estaba mojada, y mucho, por mí. Por mi polla.

- Quiero que me hables sucio, Adrián.

- ¿Cómo? – pregunté sorprendido.

Siempre había follado en silencio.

- Sí, dime cosas guarras.

- ¿Cómo qué?

- Trátame como a una puta, soy tu perra, haz conmigo lo que quieras.

Me estaba excitando aún más con sus palabras.

- ¡¡Vale!! – dije lubricando con sus fluidos mi polla.

Lentamente dejé acceder a mi glande a sus labios mayores, morenos, oscuros, rugosos… mojados. Ayudado de mi mano lo froté contra ellos que rápidamente quedaron lubricados. Continué despacio traspasando la abertura vaginal que se expandía al paso de mi polla. En su interior caliente rozaba con sus paredes vaginales, notaba cómo se contraían a mi paso.

- ¡Dame más duro! – me gritó

Lancé un par de embestidas contra sus nalgas a su orden.

- ¡¡Háblame sucio!! – continuó, mientras gimoteaba.

- ¿Te gusta así, zorra?

- Sí, me gusta. ¡Que polla tan grande y caliente tienes!

- Quieres que te folle más duro, ¿verdad? – le dije mientras azotaba su nalga con mi mano derecha.

- Sí, Adrián… siiiiií. ¡Fóllame! ¡¡Soy tu puta!!

Agarré sus dos nalgas con mis manos. Con fuerza. Comencé a golpearla, el choque de nuestras pieles se escuchaba en eco en toda la habitación.

- ¿Te gusta que te folle a cuatro patas?

- ¡Sí, dame duro... soy tu perra!

Nadia trataba de contonearse mientras mis embestidas se viralizaban, el somier golpeaba la pared con fuerza.

Notaba que estaba a punto de terminar, estaba muy caliente y excitado.

- ¿Mi perra quiere su leche?

- Sí… joder… dame tu leche.

A borde de la corrida, saqué mi polla rápidamente. Ella puso su mano en su coño y se tocó el clítoris con ansia mientras un chorro pegajoso, viscoso y espeso de semen caía en su nalga. Continué masturbándome mientras las ráfagas continuaban cayendo y salpicando sus nalgas.

Ella, al notar mi líquido caliente, también se corrió.

- SIIIIIÍ…. Adrián… OHHH… que rico por dios….

Limpió el semen con un pañuelo, que tiró al suelo, y nos quedamos dormidos, desnudos, abrazados sintiendo la piel del otro.

Los siguientes días disfrutaríamos del tiempo que nos quedaba juntos.


Continuará…

*

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¡Gracias por tu lectura!

MarthaKC.

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